Viajar a una ciudad que está en blanco porque eres tú quien la construye. La ciudad de narrar.
No tengo grandes palabras que hagan pomposas catedrales donde venerar al amor. No tengo luminosas metáforas para sembrar las flores de los parques e iluminar las vidrieras donde nos reflejaremos. No tengo alegrías de seda y miel para colocar sobre las mesas de tomar el té imaginario junto al lago imaginario de nuestros deseos. No tengo ojos para mirar el horizonte de un futuro que no se deja contar por falta de adjetivos. No tengo palabras porque no he inventado ningún idioma, todas las que uso son prestadas, recicladas, reutilizadas, restauradas, removidas, re re re hechas. Palabrotas. Palabritas. Palabrería. Caracteres, letras, abecedario, representación gráfica del habla... Y ya, me callo.
No tengo grandes palabras que hagan pomposas catedrales donde venerar al amor. No tengo luminosas metáforas para sembrar las flores de los parques e iluminar las vidrieras donde nos reflejaremos. No tengo alegrías de seda y miel para colocar sobre las mesas de tomar el té imaginario junto al lago imaginario de nuestros deseos. No tengo ojos para mirar el horizonte de un futuro que no se deja contar por falta de adjetivos. No tengo palabras porque no he inventado ningún idioma, todas las que uso son prestadas, recicladas, reutilizadas, restauradas, removidas, re re re hechas. Palabrotas. Palabritas. Palabrería. Caracteres, letras, abecedario, representación gráfica del habla... Y ya, me callo.
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